Hoy, 7 de abril de 2024, es domingo de la Misericordia, porque es el primer Domingo después del Domingo de Resurrección. El primer domingo después del Domingo de Resurrección es el domingo de la Misericordia. Para este día hay grandes promesas de Nuestro Señor Jesucristo, hechas a través de Santa Faustina Kowalska, para todas las almas: para las que están en el purgatorio y también para las que estamos aquí, con una promesa muy clara:
Los pobres pecadores no son gente lejana: somos todos nosotros, porque mientras estamos en este mundo no paramos de cometer errores, también errores morales: pecados, ofensas a Dios, de las que tenemos que dar cuenta. Pero que tiene remedio, porque tuvieron redentor: nuestra culpa está pagada por Jesucristo, que con su muerte ha pagado el precio que se necesitaba para desatar la cuerda que nos ataba al pecado. Confiar en su Misericordia no es otra cosa que confiar en su redención copiosa:
acerquémonos pues a la fuente de la redención y acudamos a la confesión y a la Eucaristía para pedir perdón por nuestros pecados, cumplir los mandamientos de la Iglesia, especialmente intensos en esta época, y en lo que nos sobre, que no es de nuestra propiedad absoluta sino un préstamo de Dios, que tendremos que devolver, ofrezcamos por las almas del purgatorio la indulgencia plenaria que podamos ganar hoy. Los sacerdotes hoy nos hablarán mucho de la Misericordia:
No olvidemos que esa misericordia es con nosotros pero también con las almas del purgatorio, y que nosotros tenemos que participar en esa misericordia de nuestro Señor Jesucristo, haciendo uso de la gracia que nos ha sido infundida, para utilizarla en beneficio de los demás, también en beneficio de las almas del purgatorio, lo cual es muy sencillo, porque consiste simplemente en la oración y en el uso adecuado pero sacramentos, orientados siempre hacia la intercesión por las almas de purgatorio, ofreciendo por ellos una indulgencia plenaria en el día de hoy, para que el Señor no dude en sacar del purgatorio a muchas almas, no solo a una.
Sepa además que la misericordia es cosa de cada día, y que, si no pudo en el domingo de la Misericordia ofrecer una indulgencia plenaria, puede hacerlo cada día, con lo que no tiene excusa para ser generoso con los que ya han transitado por este mundo y ofrecer los méritos de Cristo, haciendo una verdadera vida sacerdotal, participando de la oración por el Romano Pontífice, la confesión y la comunión. En los términos que señala la Iglesia, reiteradamente expuestos en este blog. Anímese, usted también puede. Y además, algún día nos hará falta que recen por nosotros los que se quedan aquí.