«Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia». Es el mandato de Jesucristo mismo a Sor Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia. Un mandato que es también para usted, que lee este texto. Todos debemos pedir continuamente por las almas del purgatorio. De nuevo es Jesucristo quien lo dice: «Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia».
«Perdónanos nuestras deudas». También esas son palabras del Ungido, de uso más que frecuente. Están en el Padrenuestro, la oración que Jesús mismo nos dijo que contenía lo que habíamos de rezar. Ese «perdónanos nuestras deudas», cuando dice «nuestras», se refiere a las de toda la Iglesia, y por tanto también a las de la Iglesia purgante: las almas del purgatorio, por las que todos estamos obligados a rezar. ¿Y cómo hacerlo?
Jesús mismo responde esta pregunta al hablar a Faustina Kowalska: «Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre». Así que es muy fácil. Haga click aquí y verá qué enorme variedad de posibilidades se le abren para lucrar una indulgencia plenaria para un alma del purgatorio y así obtener beneficios contantes y sonantes para las almas del purgatorio. Todos los detalles, haciendo click aquí.
«Que los torrentes de mi Sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi Justicia». No deje pasar el día de hoy sin sacar un alma del purgatorio. Y hágalo cada día, partir de hoy.