A San Juan Macías, el amigo de San Juan Evangelista, le llamaban «el ladrón del purgatorio» porque con su rosario intercedía constantemente por las almas del purgatorio y no fallaba día alguno en la redención de un alma.
La iconografía representa a san Juan Macías librando a las almas del purgatorio con el rosario. El santo llevaba siempre el rosario que le dejó como herencia su madre. Por su constante rezo del rosario por las almas del purgatorio, sus biógrafos le denominan el «ladrón del purgatorio». En su última declaración, después de contar cómo rezaba por las noches, reveló que:
«Yo, fray Juan, con frecuencia me preguntaba: «Oh Señor, ¿cuándo tendrán fin tantos pecados? ¿Cuándo te amarán los hombres? ¿Cuándo acabarán de temerte y te adorarán tus criaturas?» A los principios no era yo tan devoto de las almas del purgatorio. «Siervo de Dios, me decían las almas del purgatorio, acuérdate de nosotras, no nos olvides, socórrenos con tus oraciones en la presencia de Dios y ruega a su divina Majestad que nos saque de estas penas». Era tanta la multitud que parecía un enjambre de abejas. Volviéndome a ellas les respondí: ¿Qué puedo yo, santas almas, hacer ni pedir por vosotras, siendo un hombre miserable?».
Eudaldo FORMENT, Santo Tomas de Aquino, Su vida, su obra y su época, Madrid, BAC, 2009, página 247. NO ES UN ERROR. Forment incluye en la biografía del dominico Tomás de Aquino sabrosísimos párrafos bio y hagiográficos de otros santos, en particular de San Juan Macías (Juan Arcas Sánchez).
Esto hacía San Juan Macías. Es fácil. Ayer como hoy. ¿Usted por qué no lo hace?